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A lo largo de la pandemia hemos visto un aumento de la violencia, la soledad y la explotación en nuestros hogares y en nuestros lugares de trabajo. Hoy, en el Día Internacional contra la Violencia contra la Mujer, reconocemos que esta violencia no se detendrá a menos que exijamos un cambio. Ahora más que nunca, las mujeres y las personas no binarias sentimos el peso de la sociedad sobre nuestros hombros y tenemos la crisis del cuidado de personas en nuestras manos.
Hacemos un llamado a las mujeres y a las personas no binarias para tejer un hilo rojo de resistencia y cuidado feminista en cada pueblo y ciudad. Necesitamos rehacer nuestros hogares y vecindarios como lugares de solidaridad y poder político. Espacios para tramar y recuperar, para reproducir resistencias y llorar a los perdidos.
El 8 de marzo de 2021 haremos huelga. Haremos huelga porque estamos cansadas de que se dé por sentado nuestro trabajo. Haremos huelga contra la violencia del día a día en nuestras vidas. Haremos huelga porque no podemos permitirnos no hacerlo.
Ahora tenemos que hacer un triple turno de trabajo: nuestro trabajo remunerado, nuestro trabajo doméstico no remunerado y la educación de nuestros hijos durante la pandemia. Nuestro trabajo de cuidados y trabajo doméstico se sigue dando por sentado, sin reconocer que sin él el mundo se detiene. Así es como la sociedad ha logrado mantenerse a flote durante la pandemia. Este era el caso antes de la pandemia, pero ahora nos hemos convertido en el último y más barato recurso del gobierno.
El hogar ha sido y sigue siendo un lugar de violencia para muchas de nosotras y la pandemia nos ha confinado en él, obligándonos a depender de relaciones frágiles, violentas y abusivas. El Estado ha ignorado durante mucho tiempo la violencia doméstica y hemos visto que esto solo empeora bajo condiciones de encierro.
En los espacios de trabajo, representamos una cantidad desproporcionada de trabajadores esenciales. quienes están en la línea del frente son abrumadoramente personas de minorías raciales e inmigrantes. Somos nosotras las que hemos mantenido abiertas las residencias, los supermercados, los hospitales y las guarderías. Esta labor se ha vuelto más visible y ha emergido como esencial, pero ¿qué nos ha aportado esto? Nos enviaron de regreso al trabajo sin equipo de protección personal y sin aumento de salario. Todavía tenemos trabajos mal pagados y pagamos por la pandemia con nuestro tiempo, nuestra salud y nuestras vidas.
La violencia de género continúa, los perpetradores quedan libres y el estigma, la vergüenza y el silencio continúan. La policía y el sistema judicial siguen siendo parte del problema. En palabras de nuestras hermanas y hermanos chilenos:
EL ESTADO NO ME CUIDA A MI ME CUIDAN MIS AMIGAS
Llamamos a la huelga el 8 de marzo porque nos negamos a ser los “héroes de la nación” o los “ángeles del hogar”. Exigimos un cambio estructural porque la visibilidad no es suficiente. Exigimos seguridad, respeto y el fin del sistema construido sobre el sexismo, el racismo y la violencia doméstica.
Si quieres resistir y construir un nuevo futuro colectivo, es hora de involucrarse en Women’s Strike Assembly.